25/11/11

Interior


A veces busco palabras para describir lo que siento
en el hueco profundo y quedo de mi alma,
pero el silencio es la única respuesta que obtengo
y ni siquiera eso me proporciona calma.

La soledad se ha transformado en mi sombra,
un escudero obstinado en días tristes y vacíos.
No hay noche que la oculte, no hay lluvia que la esconda,
una banda sonora que me envuelve en silencio.

Mudos son mis ojos, escaparates del universo infinito,
perdidos en la inmensa llanura solitaria que es la nada,
heridas son mis lágrimas, lento y ardiente testimonio,
recursos fáciles en medio de la tormenta que estalla.

Cada paso representa por sí mismo una historia,
narrada con voces en do menor solemne y taciturno.
Como la melodía de un arpa sin cuerdas ni memoria,
que envuelve con sus ramas un tronco ancho y robusto.

Éste el cuento del interior.
Tantas veces dibujado.
Frecuentemente recorrido.
Nunca antes descrito.

Palabras deshilachadas, cosidas con agua y carne.
Un boceto extraño, seductor y firme que cautiva,
a todo aquel que no escapa de su atracción insaciable.

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