8/3/08

Lágrimas de una estrella

El cielo despertó perezoso, rasgado por las primeras luces del alba. El silencio, roto sólo por el trinar de los pájaros, cubría como un manto casi imperceptible el rocío que se acumulaba sobre el pasto.

Una figura se recortaba en el horizonte. La brisa acariciaba su rostro, y el frío del amanecer la envolvía mientras en sus ojos se reflejaba el paisaje de la meseta. Una alfombra verde se dibujaba hasta el horizonte, salpicada por pequeños grupos de árboles y algunas piedras de granito que, como mudas espectadoras daban fe de la compleja historia del ser humano.

Era una persona fuerte, de corazón honesto y que procuraba vivir sin dañar a los demás. La vida le había enseñado muchas cosas; siempre había intentado aprender de ella, asumiendo que lo bueno y lo malo forman parte de la misma. Multitud de experiencias habían forjado su espíritu, y durante muchos años se dedicó a vivir persiguiendo su propio camino. Creía fírmemente en la bondad del ser humano, y estaba convencida que pese a todas las desgracias que asolaban el mundo, el buen corazón de las personas siempre se abría camino.

Pero ese día se sentía una persona distinta... Su mirada se posó sobre los titulares de un periódico antiguo que descansaba sobre la escalinata. La desilusión y la tristeza bañaron sus ojos en lágrimas, y no pudo reprimir un desconsolado llanto. Se sentía una extraña en un lugar desconocido; no comprendía las razones que podían empujar a un ser humano a cometer actos tan crueles y despiadados.

"El ser humano nunca ha tenido peor enemigo q sí mismo", murmuró en voz baja.

No era ninguna sorpresa... Desde los albores de los tiempos, la humanidad había librado guerras y barbaries; prácticamente ninguna nación se libraba de tal definición. Parecían cuentos de una anciana, pero casi todas las naciones habían sido perseguidoras y perseguidas. Se cumplía a la perfección la frase de "Aquellos que no aprenden de la historia, están condenados a repetirla".

Las lágrimas resbalaban poco a poco por sus mejillas mientras en su mente se agolpaban imágenes vistas multitud de veces en los medios informativos; las personas eran capaces de los actos más heoricos o los más viles imaginables. La sociedad actuaba movida por el egoísmo, el consumismo y el materialismo, dejando de lado todo aquello que era realmente importante.

La libertad era cuestionada en innumerables ocasiones, unas mediante la violencia y otras mediante el abuso. ¿Acaso era ésta la culminación de la evolución humana? ¿Merecía la pena acaso todo el camino recorrido hasta aquí? Desde luego, eran preguntas de difícil respuesta... pero su corazón le gritaba que no cediera a las dificultades, que se negara a ser partícipe de esa triste obra de teatro y que luchara; una sonrisa, un gesto o una mirada de agradecimiento bien valían todo aquello.

Aunque ella sólo representaba un minúsculo grano de arena en un interminable desierto, estaba convencida que ninguno de sus esfuerzos sería en vano. No dejaría de luchar, y de intentar hacer del mundo un lugar mejor. Una gota de agua quizá podría parecer insuficiente, pero miles de gotas de agua podían crear un torrente capaz de quebrar montañas o sumergir países enteros.

Levantó su mirada hacia el cielo y vio la última estrella llorando en el horizonte... Pero no eran lágrimas de tristeza, sino de esperanza; aún en las más oscuras tinieblas, siempre hay una llama que nunca se apaga...

2 comentarios:

Chío dijo...

Hay verdades que no admiten lugar a dudas; una de ellas es que el "Hombre es un Lobo para el Hombre" y la historia se empeña en demostrarlo a diario... Pero esa lágrima de esperanza también tiene su fondo de verdad indiscutida, porque más allá de las nubes, el cielo siempre es azul.

Evocador relato.

Carmen Azahara dijo...

espero que algún día pueda escribir tan maravillosamente como tú, me ha encantado el relato.