19/11/07

El laberinto del sueño...

El viento acariciaba mi piel mientras paseaba por el pantalán del puerto. La tenue luz del sol desdibujaba un atardecer con tintes violetas, enmarcado entre una ligera llovizna que impregnaba todo de una atmósfera íntima y cálida.
Era un buen lugar para meditar, y solía visitarlo con frecuencia. Era mi pequeño santuario, un sitio al que acudía para reencontrarme conmigo mismo. Mis pasos me guiaban sin rumbo fijo, y mis pensamientos chocaban, iban y venían siguiendo un extraño ritual marcado por el sonido de la lluvia y del mar chocando con los cascos de los pequeños veleros.

Una ola se estrelló de forma violenta sobre el pequeño dique y me hizo caer al agua. No fue un encuentro fortuito; de forma inconsciente yo sabía que sucedería en un momento u otro, y que nada podría hacer para evitarlo. Era una etapa más del camino que recorría cada vez que llegaba el final del día. No transcurrieron más que unos pocos segundos cuando me encontraba en un viaje sin retorno a las profundidades del mar.
Antes de perder la conciencia, pude ver a lo lejos las luces del puerto despidiéndose hasta el día siguiente. Me dejé abrazar por las corrientes hasta quedar sumido en el oscuro mundo de los sueños.

El paseo se repite día tras día, y una vez tras otra caigo al mar…

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